EXPERIMENTAR, DISFRUTAR
Y EXPRESAR A CRISTO (3) – Semana 4
El misterio de Dios: Cristo
Versículos relacionados
Juan 1:1, 14
1 En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
14 Y la Palabra se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros (y contemplamos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre), llena de gracia y de realidad.
1 Corintios 2:12
12 Pero nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha dado por Su gracia,
1 Corintios 6:17
17 Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él.
Juan 4:24
24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren.
Efesios 1:17-19
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él,
18 para que, alumbrados los ojos de vuestro corazón, sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos,
19 y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de Su fuerza,
Lectura relacionada
El libro de Efesios habla sobre el misterio de Cristo, que es la iglesia, el Cuerpo (3:4). Colosenses habla sobre el misterio de Dios, que es Cristo, la Cabeza [2:2]. Es crucial que conozcamos a Cristo no solamente como nuestro Salvador y Señor, sino también como el misterio de Dios.
Todos los cristianos aman al Señor Jesús … La medida de nuestro amor por el Señor depende de cuánto lo conozcamos y cuánto de Él sea real para nosotros … Cuanto más conozcamos al Señor Jesús y lo apreciemos, más lo amaremos. Es por eso que debemos avanzar a conocer más al Señor Jesús, no solamente como nuestro Salvador y Señor, sino también como misterio de Dios. (Estudio-vida de Colosenses, pág. 147)
Si hemos de conocer a Cristo como misterio de Dios, necesitamos experimentar plenamente los asuntos abarcados en Colosenses 2:2. En este versículo Pablo dice: “Para que sean consolados sus corazones, entrelazados ellos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de la perfecta certidumbre de entendimiento, hasta alcanzar el pleno conocimiento del misterio de Dios, es decir, Cristo”. La palabra hasta significa “dando por resultado”. Si los corazones de los colosenses fueran consolados y entrelazados en amor, esto daría por resultado todas las riquezas de la perfecta certidumbre de entendimiento, un entendimiento que, sin lugar a duda, está relacionado con el misterio de Dios, que es Cristo.
No podemos contactar al Señor ni conocerlo como misterio de Dios si no ejercitamos nuestro espíritu … Cada aspecto del ser del hombre —espíritu, alma y cuerpo— es muy compleja. Si usted dedica tiempo para examinar su rostro en el espejo, se asombrará de la complejidad de su cuerpo físico … Nuestra alma consta de la mente, la parte emotiva y la voluntad. Además, nuestro espíritu se compone de la conciencia, la intuición y la comunión. Si hemos de recibir la revelación del Cristo que es el misterio de Dios, debemos ejercitar cada parte de nuestro ser complejo.
Dios mismo es un misterio, y Cristo es el misterio de este misterio. Por supuesto, para conocer este misterio de Dios, no basta con leer la letra de las Escrituras. Para conocer a Cristo como misterio de Dios es necesario que ejercitemos nuestro espíritu, ya que Cristo mora en él. No considere jamás a Cristo un simple objeto que podemos conocer de manera externa. Él es el Aquel que fue crucificado y resucitado y, como tal, vive en el trono en los cielos y también en nuestro espíritu. Por consiguiente, es indispensable que ejercitemos nuestro espíritu para tener contacto con Él. Esto significa que debemos abrir nuestro ser desde lo más profundo e invocar Su nombre. Nuestro espíritu es la parte más profunda de nuestro ser, es incluso más profunda que el corazón y todas las partes del alma. Por consiguiente, ejercitar nuestro espíritu consiste en abrir la parte más profunda de nuestro ser a fin de invocar el nombre del Señor Jesús y tener contacto con Él, quien es esta Persona viva que mora en nosotros.
Para conocerlo, no sólo se requiere que ejercitemos nuestro espíritu, sino también que nuestro corazón sea consolado. Esto significa que nuestro corazón debe recibir un cuidado tierno y cálido. Además, debemos tener una mente sobria, una parte emotiva regulada y una voluntad subyugada. Cada parte de nuestro ser interior debe ser apropiada y ejercer su función de una manera normal. Es por eso que Pablo relaciona el hecho de que los corazones sean consolados con la necesidad de obtener el pleno conocimiento de Cristo como misterio de Dios.
“Si deseamos obtener todas las riquezas de la perfecta certidumbre de entendimiento con respecto a Cristo como misterio de Dios, debemos ejercitar cada parte de nuestro ser.
Deberíamos ser capaces de decir: “Señor Jesús, no tengo ningún otro interés aparte de Ti. Señor, mi mente, mi voluntad y mi parte emotiva te pertenecen absolutamente … Estoy dispuesto a poner mi vida por Ti … Cada fibra de mi ser, Señor, es para Ti”. Si usted ejercita todo su ser de esta manera, recibirá la perfecta certidumbre de entendimiento. (Estudio-vida de Colosenses, págs. 147-148, 150-151)
Lectura adicional: Estudio-vida de Colosenses, mensajes 18, 48