martes (Tuesday)

EXPERIMENTAR, DISFRUTAR
Y EXPRESAR A CRISTO (1) – SEMANA 10

La gloria y la glorificación
según son reveladas en el Evangelio de Juan

Versículos relacionados
Colosenses 1:27
27
a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

Hebreos 2:10
10
Porque convenía a Aquel para quien y por quien son todas las cosas, que al llevar muchos hijos a la gloria perfeccionase por los sufrimientos al Autor de la salvación de ellos.

Apocalipsis 21:11
11
teniendo la gloria de Dios. Y su resplandor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.

Romanos 8:17, 23
17
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados.
23 y no sólo esto, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando con anhelo la plena filiación, la redención de nuestro cuerpo.

Filipenses 3:21
21
el cual transfigurará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea conformado al cuerpo de la gloria Suya, según la operación de Su poder, con la cual sujeta también a Sí mismo todas las cosas.

Hebreos 6:20
20
donde Jesús, el Precursor, entró por nosotros, hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.

1 Tesalonicenses 2:12
12
a fin de que anduvieseis como es digno de Dios, que os llama a Su reino y gloria.

Lectura relacionada
Cristo puede ser nuestra esperanza de gloria debido a que Él mora en nuestro espíritu para ser nuestra vida y nuestra persona. Según Colosenses 3:4, cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, nosotros hemos de ser manifestados con Él en gloria. Él se manifestará para ser glorificado en nuestro cuerpo redimido y transfigurado (Ro. 8:23; Fil. 3:21; 2 Ts. 1:10). Cuando Cristo venga, nosotros hemos de ser glorificados en Él, y Él será glorificado en nosotros. Esto indica que el Cristo que mora en nosotros saturará todo nuestro ser, incluyendo nuestro cuerpo físico. Esto causará que nuestro cuerpo sea transfigurado y llegue a ser igual a Su glorioso cuerpo. En ese tiempo, Cristo será glorificado en nosotros. Éste es Cristo en nosotros como esperanza de gloria.

Colosenses 1:27 indica que la gloria con la cual hemos de ser glorificados mora en nosotros ahora mismo. Esta gloria no es una cosa; más bien, esta gloria es una persona viviente, el Cristo que mora en nosotros, la corporificación todo-inclusiva del Dios Triuno procesado. Este mismo Cristo es ahora la semilla de gloria dentro de nosotros … Finalmente, el crecimiento de esta semilla resultará en el “florecimiento” de la glorificación de los creyentes. (La conclusión del Nuevo Testamento, pág. 2035)

Una característica destacada de la Nueva Jerusalén es que ella tiene la gloria de Dios (Ap. 21:11), Su expresión. Toda la ciudad de la Nueva Jerusalén será portadora de la gloria de Dios, la cual es Dios mismo que resplandece por medio de la ciudad. En realidad, la gloria de Dios será el contenido mismo de la Nueva Jerusalén, pues esta ciudad estará completamente llena de Su gloria. Esto indica que la ciudad es un vaso para contener a Dios y expresarlo … El hecho de que la Nueva Jerusalén esté llena de la gloria de Dios significa que Dios es manifestado en esta ciudad. La vida de iglesia hoy en día también debe tener la gloria de Dios, manifestando y expresándolo en este maravilloso atributo divino. (La conclusión del Nuevo Testamento, págs. 118-119)

El último paso de la gran salvación de Dios es introducir en la gloria a los muchos hijos de Dios. Romanos 8 nos dice que la obra de gracia que Dios nos aplica comenzó con Su presciencia, pasó por la predestinación, el llamamiento y la justificación, y concluirá con la glorificación (vs. 29-30). Romanos 8 nos revela también que toda la creación aguarda “con anhelo la revelación (la glorificación) de los hijos de Dios, con la esperanza de que la creación misma entre en la libertad de la gloria de los hijos de Dios (vs. 19-21). Esto será realizado por el regreso del Señor (Fil. 3:21), cuando seremos manifestados con Él en gloria (Col. 3:4); ésta es nuestra esperanza (1:27). La glorificación de los hijos de Dios, como meta de la salvación de Dios, durará por todo el reino milenario y será manifestada plenamente en la Nueva Jerusalén por la eternidad (Ap. 21:11, 23). (He. 2:10, nota 3)

Jesús como el Pionero, el Precursor (He. 6:20), fue el primero en entrar en la gloria, y nosotros, Sus seguidores, tomamos el mismo camino para ser introducidos en la misma gloria, la cual Dios dispuso para nosotros (1 Co. 2:7; 1 Ts. 2:12). Él abrió el camino, y hoy nosotros seguimos el camino. (He. 2:10, nota 5)

Lectura adicional: La conclusión del Nuevo Testamento, mensaje 180; Truth Lessons—Level Four, t. 4, lección 51

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