Experimentar, disfrutar
y expresar a Cristo (2) – Semana 7
Aquel que es formado en los creyentes
Versículos relacionados
Gálatas 2:19-20
19 Porque yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios.
20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí.
Gálatas 6:14
14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
Juan 15:4-5
4 Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí.
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer.
1 Corintios 6:17
17 Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él.
Romanos 12:4-5
4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,
5 así nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo y miembros cada uno en particular, los unos de los otros.
1 Tesalonicenses 1:1
1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros.
Lectura relacionada
Gálatas 2:20 no habla de una vida intercambiada … Por un lado, Pablo dice: “Ya no vivo yo” y, por otro lado, él dice: “Vivo”. Si considera usted este versículo en conjunto, verá que no existe tal pensamiento de una vida intercambiada. Lo que aquí es presentado no es un intercambio; más bien, es un profundo misterio. (Estudio-vida de Gálatas, pág. 89)
El libro de Gálatas revela las verdades básicas de la economía neotestamentaria de Dios. Entre estas verdades básicas, la más básica se encuentra en 2:20. Debido a que la verdad de que “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” es tan básica, también es misteriosa; y debido a que es misteriosa, no ha sido adecuadamente entendida por los cristianos a lo largo de los siglos. Por lo tanto, fijamos la mirada en el Señor buscando que nos aclare esta verdad básica.
La ley requiere que yo, un pecador, muera, y conforme a ese requisito, Cristo murió por mí y conmigo. Por tanto, por medio de la ley hemos muerto en Cristo y con Cristo. Por consiguiente, la obligación de estar bajo la ley, es decir, la relación con la ley, ha llegado a su fin. Vivir para Dios significa estar obligado con Dios en la vida divina. En la muerte de Cristo nuestra relación con la ley ha llegado a su fin; en Su resurrección somos responsables ante Dios en la vida de resurrección.
Hemos muerto a la ley a fin de que vivamos atentos a Dios. Mientras nos aferremos a cualquier tipo de ley, ya sea la ley mosaica o nuestra propia ley, jamás podremos vivir atentos a Dios. Sin embargo, cuando somos separados de la ley por medio de la unión orgánica con Cristo, espontáneamente vivimos atentos a Dios.
Estar muertos a la ley significa que hemos sido librados de la ley en la cual estábamos sujetos. Romanos 7:6 dice: “Ahora estamos libres de la ley, por haber muerto a aquella en que estábamos sujetos”. Habiendo sido liberados de la obligación de la ley, ahora podemos andar en novedad de vida (6:4). Sin embargo, andar en novedad de vida depende del corte que experimentamos en la unión orgánica con Cristo. Cuanto más somos cortados, más vivimos atentos a Dios y más andamos en novedad de vida.
Debido a que hemos muerto a la ley, ya no estamos obligados a guardar la ley por el esfuerzo de la carne (Gá. 3:3). Siempre que tenemos una ley que hemos fabricado, tratamos de guardarla por la fuerza de nuestra carne, no por el Espíritu.
Vivir atentos a Dios consiste en estar obligado con Dios en la vida divina, es decir, consiste en ser responsable ante Dios en la vida de resurrección. En la unión orgánica con Cristo, experimentamos la vida de resurrección. En esta vida de resurrección espontáneamente nos apegamos a Dios y estamos obligados con Él. Esto también depende de la unión orgánica.
Debido a que hemos sido crucificados con Cristo, ya no vivimos nosotros, sino que Cristo vive en nosotros. Ya no vivimos en el viejo hombre, el hombre natural. Más bien, Cristo vive en nosotros. Entonces, en resurrección, vivimos en la fe del Hijo de Dios. Vivir en la fe del Hijo de Dios significa vivir en la unión orgánica con el Hijo de Dios, lo cual ocurre al creer en Él.
Vivimos atentos a Dios con Cristo (Ro. 6:8, 10) y por medio del Espíritu (Gá. 5:16, 25). En nuestra experiencia, esto es disfrutar al Dios Triuno procesado. Esta experiencia depende de nuestra apreciación de la hermosura y preciosidad del Señor Jesús.
El Señor Jesús es infinitamente precioso, pero nuestra presentación de Él no siempre es adecuada … Si lo presentamos adecuadamente, los demás serán infundidos con Su preciosidad y espontáneamente lo apreciarán. Este aprecio llegará a ser su fe, la cual operará en ellos para unirlos con el Señor Jesús orgánicamente. Aquí en esta unión orgánica estamos muertos a la ley y vivos para Dios. (Estudio-vida de Gálatas, págs. 90, 87-88)
Lectura adicional: Estudio-vida de Gálatas, mensajes 9—10